Partida física de nuestro querido socio el escritor Hernán Miranda
La Sociedad de Escritoras y Escritores de Chile lamenta profundamente la partida física de nuestro querido socio el escritor Hernán Miranda. Su fallecimiento enluta a todos y todas quienes formamos parte de la gran familia literaria. Su aporte a la literatura nacional es inconmensurable y quedará grabado en la memoria emotiva de cada uno de nosotros y nosotras. Su creación poética dio sus primeros pasos en la adolescencia, apoyado fuertemente por la figura de su profesor Jorge Soza Egaña, posteriormente estudia Pedagogía en el Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile y Periodismo en la misma casa de estudios.
Hernán Miranda fue poeta, periodista y docente. Perteneció a la generación del 60, destacándose por su obra de un alto contenido social, siempre atento a contribuir desde la literatura y el periodismo con su agudo juicio crítico sobre la realidad imperante. Entre sus libros destacamos: “Cuba sí. Poetas chilenos cantan a la Revolución Cubana”, (1963), siete años después en 1970 publica su poemario “Arte de vaticinar” en el que aparece “A nadie daré una droga mortal”, siendo este poema muy aplaudido y recitado por destacados poetas de nuestro país. En 1976 publica, “La Moneda y otros poemas”, con el cual obtiene el Premio Casa de las Américas. En el año 2019 publica “Bar abierto”, entre otras obras. Hernán Miranda fue en varias ocasiones candidato al premio Nacional de Literatura, lamentablemente, nuestro admirado y notable poeta se nos va sin haber obtenido este merecido reconocimiento.
A modo de despedida lo recordamos con su poema “A nadie daré una droga mortal”.
Vuela Alto querido poeta y amigo.
“A NADIE DARÉ UNA DROGA MORTAL…”
Aquí estoy solo con mis pócimas, mis escalpelos,
mis uñas rotas, mis salpicaduras.
Aquí con mi intranquila conciencia.
Aquí con mi mundo perturbado.
Aquí, con mi cadáver desnudo sobre el mármol
y el tiempo que aquí debería ser abolido.
Somos los mismos. Los que tuvimos un día
la capacidad de asombrarse.
Cartílagos sólo hay, sólo huesos.
Debo suturar desgarros que yo no produje.
Debo hacer coincidir las piezas de un cráneo.
Soy demasiado humano para vivir en paz.
Pero quién se sonreirá por ti algún día.
Pero quién repetirá después las cosas que tu dijiste.
Pero quién cometerá tus mismos errores.
Pero quién heredará tu desencanto.
Morirse pero contemplar tu propio funeral.
Pero huir y ser testigo de tu fuga.
Pero perderse y participar en tu propia búsqueda.
Pero se trata de estar aquí y en otras partes.
Pero yo soy un cirujano fiel a su juramento
y seguiré cortando tendones, removiendo las vísceras
sin lograr ver en ellas el futuro
y a nadie daré una droga mortal.