Mulholland Drive (2001)
La historia no es compleja. Una chica pueblerina llega a Los Ángeles para convertirse en actriz y triunfar en Hollywood. Historia de amor, desamor para ser exactos. Lynch no es un autor convencional y este affaire tampoco lo será. El director de esta banda sin orquesta inventará metáforas profundas (caja azul que contiene tristezas) donde las emociones generarán su propia semiótica. Hay intercambio de roles en este mundillo donde todo ha sido pregrabado. Las historias la escriben los poderosos y con sus guiones aplastan al ser desvalido que pretende ingresar en ese universo donde nada es lo que parece. Es un territorio difícil para el amor, un infierno al que la chica pueblerina ha sido enviada por sus tíos (una risa impostada disfruta con los incautos caídos en desgracia). Ella se enamora de una estrella, el sexo oculta sentimientos y la preferida de la mafia (elegida de los poderosos) se burla de su candidez. Admiración, pasión, amor, odio, deseos de venganza. Emociones reales de un mundo ilusorio. El sicario no concreta el plan. Amnesia. Yo soy ella, ella soy yo. Yo la utilicé, pero ella me está ayudando a recordar el camino de los sueños. Lynch recurre al lenguaje del cine de terror para llevar a las tinieblas el alma de la joven inocente. Nos enseña los trucos del cine, a navegar en nuestro inconsciente. Mulholland Drive es la última película de la tríada que comienza en Twin Peaks (1992). Escenas cargadas de erotismo que encuentran su camino en Lost Highway (1997), paralelismo donde Lynch funde realidad y lo onírico par