La Voz del Norte Grande
No conocí personalmente a Mario Bahamonde. Supe de su existencia por sus libros. En 1984 fui a Antofagasta en un viaje que tenía un doble propósito: entregarle una copia de mi libro Los «Enganchados» en la Era del Salitre (1983) y conversar con él y con ese otro «chango» que fue Andrés Sabella. Bahamonde ya no era parte física de Antofagasta, pero su compañera Amanda Fernández fue lo suficientemente gentil para comunicarse conmigo. Con Sabella disfrutamos una agradable conversación y recuerdos que nos unían, el salitre y sus historias.
Quiero referirme a una parte de la producción literaria y bio-bibliografía de Mario Bahamonde, que es la que conozco mejor y me ha sido de una utilidad inmensa en mis investigaciones, tanto literarias como históricas. Su primer libro «Pampa Volcada» (1945), deja un retrato de algunos personajes de la pampa salitrera, como «El viejo experiencia», narración que sigue los pasos de un «Bildungroman», o sea el aprendizaje de un joven egresado de la Escuela de Minas de Antofagasta quien debe enfrentar con sus conocimientos teóricos, la experiencia y cazurrería de los viejos pampinos. El segundo, «El cara´e Picante» nos presenta la actitud de los viejos trabajadores ante la vida, un dedo menos sacrificado para cobrar la indemnización correspondiente a un «accidente», y saciar esa sed pantagruélica que lo acosa. El último, «El milagro del viejo Avelino», nos cuenta las supersticiones típicas de la pampa salitrera.
Su segundo libro, «De cuán lejos viene el tiempo» (1952), trae consigo cinco cuentos, que según sus críticos señalan una nueva etapa en el desarrollo literario del escritor antofagastino (Yerko Moretic, El relato de la pampa salitrera, 1962):51. Luego aparece Huella rota (1955), la vida y penurias de un obrero de Chuquicamata, Rojo Muñoz, quien vivió el período del dictador Carlos Ibáñez y luego la etapa desencadenada por Gabriel «Gabito» González Videla. No es difícil darse cuenta que la línea narrativa de Mario Bahamonde va por los lindes de los integrantes de la llamada «Generación del «38», es decir, hombres y mujeres íntimamente ligados al cambio social que promueve la corta presidencia de Pedro Aguirre Cerda (1938-1941).
Pero es una pequeña narración, Ala viva, 1956, historia de una garuma, es ave nortina tan peculiar que vive tan cerca de ellas, en las lanchas ancladas en la bahía de Iquique, o quizás por ser obra de un nortino que se adelanta a Richard Bach el autor de Juan Salvador Gaviota, best seller y film de los años setenta (1973), presentándonos en una hermosa metáfora la vida y milagros de la pampa salitrera, y esa unión inconfundible con el mar y sus elementos. «Ala Viva», el personaje de la historia es luego definido por Bahamonde en su «Diccionario de Voces del Norte de Chile» (1978): Garuma, ave marina de unos 40 centímetros de largo, de plumaje café y apariencia modesta. Vive en las playas arenosas, esquivando a las Gaviotas. Es el pueblo de la avifauna y con razón en el habla nortina al pueblo suelen llamarlo «garumaje». No se necesitan más explicaciones para entender a dónde va el escritor con su narración. Y hagamos la diferencia entre Gaviota y Garuma: la primera es agresiva y hasta canibalescas; la segunda, devota de sus polluelos que busca en la pampa el lugar adecuado para depositar sus huevos y cuidar de su prole.
En 1996 la Universidad de Chile en Antofagasta, le publica Antología del Cuento Nortino: Tarapacá, Antofagasta, Atacama, Coquimbo, la cual contiene casi veinte páginas de «Notas sobre el desarrollo de la literatura nortina», e incluye treinta escritores entre ellos una mujer, Carmen de Alonso. Menciono el hecho, por estar de moda la literatura feminista. Bahamonde no ignora a la mujer y quien se dé el trabajo de leer cuidadosamente las «Notas», encontrará nombres y agudas semblanzas de estas pioneras literatas de nuestro Norte de Chile, como Rosario Orrego Chacón (Copiapó), Lucrecia Undurraga (Illapel), Nicolasa Montt (Freirina) y la contemporánea Dinka Ilic.
Para el investigador de la historia literaria del Norte Grande, el trabajo en equipo de «Investigación y difusión», como subtituló la bibliografía Guía de la Producción Intelectual Nortina (Antofagasta: Universidad de Chile, 1971), es sin lugar a dudas, la herramienta más valiosa que Mario Bahamonde y sus colaboradores hayan entregado a la luz pública. Diría que está todo lo que se necesita saber, y si algo faltare es el lector/investigador quien debe aportarlo, pues los cimientos de la obra son tan macizos que endilgan a quien quiera utilizar ese conocimiento, en la dirección correcta.
Pero este hombre inquieto, con ese apresuramiento conque la vida a veces nos impulsa, no podía descansar. En esa fecha ominosa de 1973, Editorial Quimantú en su colección «Nosotros los Chilenos», entrega otras de sus investigaciones, Pampinos y Salitreros, en que la bibliografía citada no es el soporte básico de la estructura del libro, sino los datos que el escritor aporta de su experiencia y búsqueda de la información.
Si algo nos enseñó el maestro de Antofagasta, fue la lucidez de sus investigaciones, el cariño hacia sus personajes en las narraciones y el amor entrañable por la tierra, por ese desierto y ese mar que nos forjaron y nos hicieron lo que fuimos y somos. Nuestro mejor homenaje es tener la honradez que demostró en su vida como profesor, dando al César lo que es del César, es decir, no ignorando las fuentes del saber, como si lo escrito surgiera únicamente de nuestra maravillosa formación. De esta manera ayudaremos a futuras generaciones en sus investigaciones, con datos concretos, con nuestra honestidad profesional. Las obras, artículos, citas, notas bibliográficas que Mario Bahamonde nos dejara, nos permiten buscar nuevos senderos, emprender nuevas rutas, utilizar nuevas metodologías para escarbar en el pasado histórico, social e intelectual de nuestra tierra.
Pedro Bravo Elizondo
Wichita State University