Exilios de medusa
Exilios de medusa, Naín Nómez,
LOM Ediciones, 2015.
Recorrer la historia, a través de tópicos que han estado siempre presentes en la literatura universal es la apuesta de Nómez para interrogarnos la existencia desde los distintos lugares de habla del sujeto social. En estos textos se conjuga la historia desde una mirada interrogante y sugestiva, para recordarnos que el ser humano habita espacios de soledad, de desencuentros, de abandono que lo obligan a alejarse de sí mismo con el propósito de habitar los extremos del ser desde un discurso literario en donde las simbologías y la semiótica se dan espacio para explicarnos la existencia.
“Pasaron varios siglos bajo las aguas/ las ciudades que erigieron fueron destruidas los acantos calcinados/ arenas movedizas por doquier/de vez en cuando un pez volador agujereaba los puentes vacíos…” (Pág. 21). Aquí la memoria invoca el paso del tiempo y el imaginario poético cubre los espacios que el ser habitó, como si la reminiscencia de los hechos y las cosas fueran dándole forma a los días, desde la indefinición de los cuerpos que deambulan entre el ser y el no ser, entre la certeza y la duda, entre la oscuridad y la luz, lo que provoca cierta tensión en cómo nos observamos y cómo somos observados.
“quiero volver a clavar mi ilusión en su aroma almidonado y desgarrar/ la pálida telaraña del hastío/ cercenar mis manos venenosas y velar mi mirada traicionera/ para que los viajeros recobren su confianza y se aventuren en mis/ pasadizos sin futuro…” (Pág. 23) En estos versos el pasado y el presente se conjugan para dialogar sobre lo humano y divino de la existencia, las palabras entretejen discursos que cruzan la órbita de lo meramente literario generando espacios para que los otros también se pronuncien desde espacios de equilibrio y desequilibrio, de amor y desamor, como si las palabras fuesen pequeños cuerpos, que se buscan y se alejan bajo este entramado donde lo fugaz vuelve a adquirir protagonismo para explicarnos, a través de la poesía, lo visible e invisible del destino.
“abandonada por los dioses/ busco un lugar un hogar un asilo/donde extender mi cabellera sin amantes/donde arraigar mis ojos ya cansados/ de ver tanta muerte”.(Pág.67) La idea del exilio presente en estas páginas, bien podría ser una analogía con la situación de vida de miles de compatriotas que vieron truncados sus sueños e ideales de vida porque sufrieron todos los avatares del exilio. Este mito recoge el sufrimiento de Medusa, de cuya cabeza manaba sangre de donde nace el caballo Pegaso y Crisaor, se dice que su mirada petrificó su propia sangre, lo que dio origen al coral. El exilio representa para muchos y muchas el dolor de un pueblo por la ausencia de libertad, el abandono y la carencia de sentidos que justifiquen acciones realizadas por los seres humanos. En estas páginas se da un cruce entre mito y realidad, en donde lo irreal deja de serlo cuando se analiza y se reflexiona la historia de la humanidad, dándole significancia a aquella frase que se ha instalado en la memoria literaria y que nos dice que la realidad, en muchas ocasiones, supera la ficción.
“tu mirada espejo de tu alma despavorida/ tu mirada abrasadora obolida desde siempre en la historia/ el cuchillo de piedra de tu mirada atravesando mis entrañas” (Pág.77). Medusa representa todos aquellos mundos contradictorios que nos habitan, el arraigo y el desarraigo, el dolor y el placer, la libertad pero también el encadenamiento en este descentramiento que sufre bajo su deidad paradojal, donde transita el bien y el mal, la belleza y la fealdad de los cuerpos que jamás vuelven sobre sí mismos. Allí donde el mito aparece y desaparece para enseñarnos la fragilidad del ser, la búsqueda, el sentido de pertenencia, muchas veces extraviados en la cotidianeidad de los hechos.
“en una sociedad mercantil donde las ideas se transan por la/ gelatina del consumo…”(Pág. 85). Exilios de medusa nos inserta en un mundo donde el discurso literario cuestiona esta sociedad neoliberal, individualista, fragmentada, en donde el sujeto social es visto desde una órbita de mercado, alejado de su propia subjetividad, amparado en una cultura de consumo y por ende carente de sentidos. Todo esto le da un valor agregado al libro ya que trata de explicarnos la existencia desde las relaciones que se deben dar entre literatura y sociedad, testimoniando las condiciones históricas en donde los sujetos desarrollan su existencia material, desde el hacer, la crítica y la reflexión.
Domínguez Caparrós dice que: “La poesía expresa el sueño de un mundo en que las cosas marcharán de otra manera”. Sin duda, la poesía es un canal significativo para provocar ese cambio, para alejarnos de esos mundos fríos e impersonales, donde los tiempos transcurren sin identidad, metamorfoseados bajo círculos que nos acercan y nos alejan de los otros. Quizá, el sentido último de la escritura sea ordenar este tejido caótico que habitamos y que nos habita, enunciando las mismas preguntas que no han tenido respuesta y que replican en nuestra conciencia como si la poesía se buscara a sí misma, en las ideas, los sueños y los ideales de vida que se ocultan en este exilio de Medusa.