ENTREVISTAS: PÍA BARROS Y ROBERTO RIVERA
“LA CULTURA ES PARTE DEL BIENESTAR SOCIAL Y UN DERECHO, NO UN PRIVILEGIO”
Pía Barros, escritora.
IL.- En los últimos dos años hemos vivido una pandemia global que, de un modo u otro, ha redefinido nuestras relaciones sociales. ¿Cree que la crisis sanitaria ha impactado en la literatura? ¿Y en su literatura?
PB.- Creo que lo que trae aparejado –la precariedad, la incertidumbre– sí impacta a todas las personas, eso incluye la escritura. Un mundo que globaliza la muerte evidencia la herida de la desigualdad en su más extrema llaga, que expone las ficciones de terror como una certeza cotidiana es de tal impacto, que no hacerlo presente en lo creativo es imposible.
IL.- ¿Cómo ha sobrellevado la pandemia y el confinamiento alguien tan inquieta culturalmente como usted? ¿Ha tenido que reinventarse, sus talleres, invitaciones a instancias literarias, etc.?
PB.- Por el estallido social ya estaba dando talleres remotos, así es que no fue tan traumática la experiencia. Además, tengo una “pésima salud de hierro”, como diría Sabina, así es que habíamos encontrado maneras de seguir trabajando a distancia, de enseñar a otras a dar talleres en resistencia, de participar, de seguir construyendo escrituras para el cambio social. No es lo mismo un taller presencial, está claro. Leemos solo fotografías a la hora de comunicarnos, y sabemos que el rostro es un remedo: lo real, que no nos habíamos dado cuenta en toda su dimensión, es la lectura del todo el cuerpo cuando se habla. Para quienes damos talleres y clases ha sido un cambio inconmensurable, en constante revisión y aprendizaje.
IL.- En Hebras (Asterión, 2020), de algún modo se remite a lo íntimo del tejido social, con relatos que van, temáticamente, desde el estallido social a la pandemia y la(s) cuarentena(s), con reminiscencias a otros períodos de nuestra historia reciente.
¿Piensa que la literatura debe tener siempre un rol de testimonio del mundo de la autora o del autor?
PB.- La realidad es nutricia de la ficción. No creo en las escrituras asépticas, todo está permeado por la construcción cultural que somos al escribir y eso trasunta lo escrito. Puedo estar hablando de abejitas y flores y hasta el más leve análisis semiológico dará desde donde y como estoy mirando. Todo es político y más aún el gesto escritural. Nada es inocente al elegir una palabra y no otra, toda elección es política y la más profunda y desnuda de ella está en el lenguaje. Más aún en la escritura de mujeres, donde somos migrantes y usamos una lengua que no fue hecha por nosotras ni para nosotras: lasmujeres hablamos una lengua extranjera.
IL.- ¿Cree –como se ha escuchado decir– que habrá un antes y un después de la pandemia? ¿Cambiaremos en algún sentido las y los seres humanos con esta crisis?
PB.- El trauma es evidente; su trazo en nuestro cotidiano, indeleble. Si no aprovechamos este mazazo para aprender, en este siglo que es un corolario de aprendizajes, tal vez no merezcamos habitar el planeta. La piel tiene memoria.
IL.- ¿Qué proyecciones le ve al proceso constituyente?, ¿qué tipo de sociedad espera que emerja a partir de la nueva Constitución?
PB.- Creo que es una oportunidad maravillosa de hacer una carta de navegación inclusiva, paritaria, y de soñar un país que nos necesite. Un país donde todes seamos imprescindibles y donde nadie sobre. Es la primera vez que se hará de cara la ciudadanía y con diversos representantes. Darnos la posibilidad de soñarnos.
IL.- ¿Piensa que habrá algún cambio sustancial en el ámbito cultural con la asunción del nuevo gobierno?, ¿tiene esperanza en el tiempo que se avecina?
PB.- Tengo la fe y el temor enlazados, el entusiasmo y la alegría de ver jóvenes con la oportunidad de hacer los cambios que se requieren. Solo pido que unos pocos no corten los pasos de unos muchos. La cultura está concebida como parte del bienestar social y como un derecho, no como hasta ahora un privilegio. La ministra me parece una mujer brillante y conocedora de lo que implica para Chile la equidad cultural.
“La juventud, divino tesoro, sabrá conducir con sobriedad y firmeza este proceso sin miedo a las canas”
Roberto Rivera, escritor. Presidente de la Sociedad de Escritores y Escritoras de Chile
IL.- ¿Cómo ves a Chile después de las elecciones?
RR.- Un poco como siempre, los ganadores exultantes y los perdedores deseando lo mejor… y mientras más grande la diferencia que los separa del ganador más grande la oferta de una oposición más “constructiva” aún, muy distinta de lo que les tocó vivir a ellos, que nunca desalojaron a nadie, ni martirizaron a nadie, menos a mujeres; es decir, chicos buenos que perdieron de buenos que son, pero, claro, ahora viene la hora de la verdad, los cargos de la administración pública y el fantasma soviético y la Convención Constitucional, entonces llenos de dudas, de desconfianza, inseguridad, porque la libertad precisa contención de todo aquello que pueda amenazarla, libertad de prensa, de pensamiento, de emprendimiento, de propiedad, de fondos de pensiones, de educación, de… protección del medio ambiente (caray), de respeto a los frutos del propio trabajo… libertad, libertad, como si esta efectivamente estuviera amenazada, con los comisarios espiándonos a la vuelta de la esquina. Ergo, asistimos a una operación de oposición “constructiva” atribuyendo al adversario ganador fines oscuros, perversos, que desean bajo cuerda poner fin a nuestras libertades, incluso religiosas, donde los partisanos del soviet nos deportarían a una Siberia… Macanas todas.
¿Cuál es el objeto de esto? Fuera de generar miedo e inseguridad, que nada cambie para que todo siga igual, sin meditar un solo instante en que este país cambió, que el mundo cambió, que el modelo neoliberal a ultranza, el extractivismo ya ni siquiera genera los beneficios esperados, ya dio todo lo que podía dar, es decir, marginalidad, desigualdad, delincuencia, narcotráfico, corrupción, migración descontrolada, y una acumulación sin igual en la historia humana en manos de muy pocos, y que nos tiene embotellados en una crisis que precisa de nuevas soluciones, de otros ojos y entendederas para mirar la realidad, que nada tiene que ver con el homo soviéticus, sino con ojos jóvenes insertos en nuevos desafíos culturales, científicos, técnicos, productivos, comunicacionales, sociales, etc. etc. Como que estamos en pleno vendaval de un cambio civilizacional, en donde esos viejos ojos ya no sirven, ni para los ganadores ni para los perdedores, son una pérdida de tiempo y, a la vez, una pérdida de realidad o, directamente, mala fe.
Digamos entonces que Chile sigue igual, igual a 50 años atrás. Lo paradójico es que todo ese mundo desapareció.
IL.- ¿Cómo crees que influye el resultado de la votación en la cultura, en general, y en la literatura, en particular?
RR.- Sin duda se establecerá una nueva mirada sobre la cultura y desde ya lo anunciado por el presidente electo, elevar de un 0,33 % a un 1,00% del PIB el aporte a la cultura, implica mirar de otra manera a la hermana pobre de los presupuestos nacionales. Por otra parte, si la Convención Constituyente incorpora a la Constitución los Derechos Sociales, Económicos y Culturales, daríamos otro gran paso que puede abrir los ojos al papel fundamental que juega la cultura en toda sociedad, generar sentido de identidad, de proyección, de desarrollo y los materiales que este sentido precisa, entre ellos generar integración y sentido a las vidas de quienes componemos este país, que el individualismo y el consumo son solo una ínfima parte de proyectos personales mayores.
Entrevistó: Equipo editorial de “Iniciativas Laicista”