Dos destacados poetas internacionales participan este jueves en el ciclo 2020
Los autores de Bolivia y Uruguay hablaron en entrevista de su relación con la poesía chilena, mostrando en sus procesos literarios la diversidad ante la creación poética en el continente.
El ciclo Poetas 2020 llega a su séptima lectura reafirmando su propuesta de reunir escritores de destacada trayectoria con voces literarias por revelarse, y autores extranjeros con locales. “ A los poetas internacionales les interesa el lugar histórico, patrimonial que tiene la SECH (Sociedad de Escritores de Chile), y se han sentido bien junto a poetas jóvenes leyendo sus versos”, manifestó la escritora Carmen Berenguer, vicepresidenta de la Sociedad de Escritores de Chile y organizadora junto a Alfredo Lavergne, director de la SECH, y al joven poeta Marcelo Carrasco.
“Los primeros invitados internacionales fueron la poeta cubana María Elena Blanco y el escritor, activista y performer Johan Mijaíl de República Dominicana. Pretendemos traer pronto al poeta haitiano Jean Jacques Pierre Paul, residente en Las Cruces”, anunció Carrasco.
El próximo jueves a las 20:00 horas en la Casa del Escritor, sede de la SECH, Eduardo Espina, de Uruguay y Marcia Mogro de Bolivia compartirán la mesa con los poetas chilenos Héctor Monsalve, Sergio Rodríguez, Carmen Avendaño y Omar Cid. Espina, reconocido poeta y ensayista que reside en Estados Unidos, y Marcia Mogro, autora experimental radicada en Chile, comentaron en entrevista perspectivas y experiencias de la literatura que dan cuenta de un panorama latinoamericano diverso.
Marcia Mogro: “En Chile no se conoce la literatura boliviana”
Marcia Mogro ha publicado los libros Semíramis, 16(MG) (1988); Los Jardines Colgantes (1995, 2004); De la Cruz a la Fecha (2000); lacrimosa (2005); excavaciones (2009); Restos de un cielo partes vestigios fragmentos rastros (2011); EXPOSICIÓN DE ALTO RIESGO (proximamente 2014). La poeta radicada en Chile desde 1985, se refirió a la incomunicación literaria que existe con el vecino país: “Diría que un segmento muy pequeño conoce algo. No se puede conseguir literatura boliviana en una librería. Escasamente en alguna feria internacional. Juegan en contra las políticas culturales bolivianas que no tienen profundidad suficiente para escapar a los temas folklóricos y ser capaces de difundir la vasta producción cultural, algunas de ellas de notable valor universal y que comprenden áreas literarias, musicales, artes plásticas, dramaturgia, etc. Las pocas oportunidades en que alguna de estas obras bolivianas han logrado traspasar las barreras burocráticas, han sido recibidas en Chile con respeto y entusiasmo generando alguna admiración en el sentido «sorprendente» de que en Bolivia hayan producciones de calidad.”
Consultada respecto a las tradiciones literarias de ambas naciones, la autora manifestó: “Pienso que son tradiciones muy diferentes. En Chile los escritores están agrupados, por ejemplo en la SECH, en torno a talleres, a tertulias o a proyectos como revistas o incluso organizaciones de festivales y ferias literarias. Eso hace que haya un constante intercambio entre pares que enriquece y permite generar canales de difusión, etc. En Bolivia, la gran mayoría de los escritores producen su obra en solitario. Eso los hace aislados y de muy diversos universos literarios pues hay escasas instancias de intercambio. Aunque ahora último va cambiando lentamente, creo que la tradición boliviana es muy clásica y formal comparada con la chilena que es más libre y por lo tanto más diversa en temas y en estructura literaria.”
Respecto al momento en que atraviesan ambas literaturas, Mogro subrayó las dificultades para publicar, la mala gestión de distribución, la fuerza que impone la literatura comercial dejando en el olvido o, ignorando a la literatura que tiene un sentido alejado de las imposiciones del mercado, etc. “La buena voluntad de los editores independientes no basta para que la edición sea gratuita para el escritor. Las modalidades de ventas previas y de pagos compartidos son las más usadas. Y sigue siendo imposible vivir siendo escritor de tiempo completo.”
En cuanto al momento que atraviesa la literatura chilena, la poeta afirmó: “Me parece que en Chile hay, en general, una escritura más o menos homogénea respecto del momento histórico. En Bolivia en cambio creo que no. Lo lárico y lo social son los temas principales y cruzan el momento histórico no necesariamente deteniéndose en un particular a diferencia de lo que sucede en Chile. La escritura intimista es, en ambos países común y riesgosa ya que el diario de vida es un camino fácil. La diferencia que veo ahí está en la experimentación y el riesgo de romper reglas.”
Actualmente trabaja en su octavo libro, «de los estados, su ánimo», y desarrolla el proyecto visual»inocentes», sobre tela con textos de todos sus libros. Aunadamente realiza performance “en diferentes lugares que tienen un sentido dentro de mi imaginario poético.” Ha incursionado en la escultura en la serie «mi amor, cuando eras selknam». “Todas estas cosas que no son libro de poesía propiamente, las llamo ‘asuntos’ y están en constante desarrollo. Todos los asuntos tienen que ver entre sí y están ligados a mi proyecto poético.
Me interesa mucho investigar y desarrollar mis textos en diversos soportes. La búsqueda artística apunta a no sé dónde.”
“Mi proceso de escritura es lento- señaló- y me es difícil entrar porque los temas que me interesa tocar son temas complejos para mi. Soy fiel a mi proyecto poético y no me interesan ni los estilos ni las modas ni los temas que me alejen de él aunque eso signifique, como de hecho significa, ser una escritora marginal.”
Eduardo Espina: “Mi único interés es comunicarme con el lenguaje”
En un artículo publicado en la revista mexicana Letras Libres, José Kozer afirmó sobre Espina: “Quizás el poeta vivo más imaginativo del lenguaje en lengua castellana”. Sobre su obra la uruguaya Marosa di Giorgio comentó: “Una poesía fascinante, única, original, que invita al asombro”. Ha publicado doce libros. Sus más recientes son: La imaginación invisible. Antología (Editorial Seix Barral, 2015), poesía, y tSURnamis. Vol. I, ensayos, publicado este mes por editorial Mansalva en Buenos Aires.
Al interrogarlo por su obra y sus ambiciones artísticas, el autor refirió: “Escribo poesía y ensayo. Según la imaginación me lo dicte. Hay días en que viene uno de los dos, y otros en que el otro. Se llevan muy bien, además, todo depende, todo es según. En la vida todo depende. Aunque soy poeta y ensayista todo el tiempo, cuando escribo poesía la razón está presente, y cuando se trata de ensayo, el pensamiento tiende a ser lírico por propia voluntad. Tal vez por eso deteste tanto la poesía sentimental, tan popular en estos días de liviandad y mediocridad al cubo, como el ensayo carente de rigor lógico, de falta de perspectiva. Respecto a la ‘ambición’, palabra que utilizas, creo que mi mayor ambición es ser mi poeta favorito todo el tiempo y por eso escribo cada día, incluso los domingos, incluso cuando no es de día sino de noche.”
Espina relató su personal acercamiento a la poesía chilena: “Cuando tenía 13 años, me gustaba mi vecina, llamada Patricia, alta y mayor en edad que yo, por entonces la única semidiosa que conocía (no volví a verla, por lo tanto, desconozco su actual estado anatómico). Como yo era muy tímido -condición que para cosas de amor y deseo no he perdido- tenía temor de invitarla a salir, hasta que un día, aprovechando que mi preparatorio jugaba un partido de fútbol muy importante y yo era delantero titular, la invité a que viniera. Me dijo que detestaba el fútbol, y ahí todo se vino abajo. A lo único que atiné fue a preguntarle, “y si no te gusta el futbol, ¿qué te gusta entonces?” Me dijo: “la poesía”. Y agregó: “tomá, léete esto, te lo presto”. Y me dio 20 poemas de amor y una canción desesperada, libro que leí esa misma noche y las siguientes, más no fuera para estar cerca de su propietaria. Aunque me sentí cerca de ella enseguida, nunca me sentí cercano a Neruda en cuanto a afinidades estéticas. Esa fue mi primera relación con la poesía chilena. Después vinieron las otras, mucho más próximas en cuanto a compatibilidades, interés y proximidad anímica, pero prefiero evitar dar nombres, aunque en mi lista de libros favoritos figura Al bello aparecer de este lucero, de Enrique Lihn, libro que reescribe la forma de incorporar la oralidad a la escritura que me animo a llamar culta, pues detrás respira todo el siglo de oro.
Eduardo Espina Obtuvo su doctorado en Washington University en St. Louis. Ha sido profesor de Poesía Contemporánea en diferentes universidades de Estados Unidos y México y actualmente enseña en Texas A&M University. En 2011 obtuvo la beca Guggenheim de poesía. Acerca de lo que significa vivir y escribir en un país de habla inglesa, el autor comentó:
“Hace demasiados años que vivo en un país donde la mayoría habla el idioma en el que no escribo, lo cual me ha hecho bien. Como al principio no entendía inglés, vivía con la mente completamente metida en el castellano de América. Al no saber inglés me salvaba de tener que escuchar todas las diarias idioteces que debía oír cuando estaba en Uruguay, sea en un bar, en un ómnibus, o en la tribuna de una cancha de futbol, y que son las mismas en todo el mundo, donde solo los idiomas cambian, no la imbecilidad humana. Además, como vivo en un pueblo texano que en algunos mapas no aparece, existo en un aislamiento casi total, grandemente disfrutable, lo que me permite tener la mente despejada a la hora de escribir: siento, en el momento crucial de la escritura, que mi único interés es comunicarme con el lenguaje, decirle cosas, no con mi vecino ni con un hipotético lector que vive en Iberoamérica. Los lectores, precisamente, llegaron después que mi aislamiento, mi intencional autismo, había producido una obra considerable. Además, pensándolo bien, el hecho de haber pasado tantos años gozando de una libertad por aislamiento me ha permitido escribir una sintaxis castellana perfecta y original, lo cual también implica un riesgo, pues quienes pueden seguirla son cinco o seis, aunque todos ellos muy buenos, de alto rigor intelectual y profunda sensibilidad estética. Para ellos escribo, por ellos lo sigo haciendo, incluso hoy, antes de responder estas preguntas”, concluyó.
De cara a la séptima sesión del ciclo Poetas 2020, Carmen Berenguer destacó los objetivos de la iniciativa: “Lo que nos interesa es divulgar la poesía y sus diversas manifestaciones poniendo el énfasis en aquellas que son a nuestro juicio frescas y complejas al mismo tiempo, que nos indica el 2020 como fecha inquietante en posibles propuestas que ya están en curso y que se podrían profundizar en la disputa por el espacio metafórico y simbólico nacional. Con el fin de derrotar la ideología opusdeista que pretende dirigir un discurso beato y simplista en la poesía chilena, por un vigoroso discurso con mayor densidad en su reflexión que se está haciendo en Chile”, manifestó la destacada escritora.
Por su parte, Marcelo Carrasco comentó: “El balance hasta el momento ha sido positivo, con sus altos y bajos como toda actividad, pero con una buena respuesta de parte del público en cuanto a asistencia e interacción en las redes sociales. Hemos logrado que autoras y autores muy destacados y que, paradójicamente, nunca habían leído en la Sech, lo hayan hecho; así como también que público que se había distanciado de la casa del escritor, se acerque atraído por nuestra iniciativa y sus invitados.”
El ciclo Poetas 2020 se realiza el tercer jueves de cada mes en las instalaciones del inmueble patrimonial Casa del Escritor, ubicada en Simpson 7, en el centro de Santiago, a pasos de la Plaza Italia.