Despedida de Omar Lara
En representación de la Sociedad de Escritores de Chile y de nuestro presidente don Roberto Rivera, me ha correspondido despedir los restos de quien fuera nuestro socio, escritor, poeta, editor, traductor y amigo: “Omar Lara Mendoza”.
No voy hablar mucho de Nohualhue, lugar que lo vio nacer, ni de Nueva Imperial, ciudad que amo, hoy esta zona llora por la partida de Omar su hijo predilecto. Pero es imposible no recordar la tierra que lo vio dar sus primeros pasos, porque ustedes son testigos de la tristeza de estos sitios y que en estos momentos recibimos sus lágrimas. El poeta se sentía campesino. Su abuelo Juan, le enseña a traducir el lenguaje de la naturaleza, en el vuelo de los pájaros, en la belleza de los atardeceres y en la lluvia que riega los sembrados, le enseña a observar las estrellas, el intenso azul del cielo y el amor puro de las madres y enamorados, todos éstos sentimientos lo convirtieron en poeta. Envuelto por la riqueza del paisaje de nuestra zona, comenzó a armonizar las palabras en la enseñanza básica, luego en el liceo, egresado de la enseñanza secundaria ingresó a la Universidad Austral de Valdivia donde estudio Pedagogía en Castellano. Con su profundo amor a las letras, funda el grupo y la revista de poesía “Trilce” siendo su director hasta sus últimos días. En 1969 trabaja en la Biblioteca Central de la Universidad Austral, más tarde dirige la Oficina de publicaciones y difusión de esta casa de estudio.
En esos años para Omar, todo era poesía, en su alma mater surgen diferentes escritores cuyas letras deleitaban a la ciudad de los tres ríos, pero un día, las palabras fueron silenciadas y el poeta fue tomado prisionero, una vez libre, se exilió en Perú y más tarde en Rumanía, donde se graduó en filología en la Universidad de Bucarest.
Su obra está impregnada por múltiples vivencias en lejanas y remotas geografías, en todas ellas siempre estuvo presente la Frontera y por sobretodo su terruño, su Imperial. En Rumanía se convierte en traductor del rumano al español publicando en nuestro idioma a más de treinta libros de poetas de ese país europeo y a su vez traduce a diversos poetas de lengua castellana al rumano, entre los que se destaca el poeta lautarino Jorge Teillier con quien tenía una gran amistad. Su numerosa producción literaria, formada por sus poemas, antologías, ensayos, estudios y traducciones suman medio centenar, lo que lo convierte en uno de los escritores más prolíferos de nuestro país.
Sus obras han recibido numerosos premios, nacionales e internacionales, de los cuales me permito mencionar el Premio Nacional de Poesía Jorge Teillier, otorgado por la Universidad de la Frontera de Temuco, que es un galardón dado a la trayectoria del poeta.
Hoy quiero dejar en este campo santo dos versos del poeta, los que quedarán en el espacio como recuerdo de lo que es su poesía:
Sábado en Portocaliu
La historia se detuvo en la puerta
De las ciudades de miseria
Bocas quemadas por el silencio
Cuerpos sitiados en el vacío
Polvo de huesos en el aire.
Día de muertos
Bebe el vinillo triste de Imperial
Con mi madre que amara sin descanso
Aquello que no sabe y no sabiéndolo
Lo vuelca de un sentido sin sentido.
Una muerta en la boca me deslumbra,
Una sombra…
un sonámbulo tributo
El despertar confuso de otra sombra
Que difunda mi aliento en la penumbra.
Una muerta que viene con el rio
Una sombra que finge de estar viva.
Nos vamos y llegamos en un círculo
Que al fin encontrará su punto cero
Y no habrá verso
vino
Ni suspiro.
Como será sin lluvia y sin abrazo…
Será como esa piedra o esa hierba
O será como el viento que fatiga
La calle solitaria de noviembre.
Poeta, tu pluma ahora está escribiendo para el altísimo y nosotros, todos los que formamos la Sociedad de Escritores de Chile, estamos con pena, con dolor por tu partida. Querido poeta y amigo hasta siempre.
Óscar Mellado
8 de julio 2021