Canto a la humanidad y su pueblo
Crónica de Isabel Gómez, vicepresidenta de la Sociedad de Escritores.
Desde lo horrendo a lo sublime y desde lo sublime a lo horrendo pareciera ser el transitar que observamos estos días en la humanidad. Un pueblo que se busca a sí mismo y trata de interpretar esta realidad adversa, agotada, triste que lucha por instalarnos en un escenario distinto, más esperanzador, donde la pregunta no sea de qué forma luchar, sino más bien para qué luchar. Y es allí donde nos situamos hoy impertérritos, desolados, desesperanzados, porque la respuesta no llega, o por lo menos no la que esperamos. Pareciera que las luces juegan con sus propias sombras y entretejen paisajes nublados, enfermos de soledad, mancillados por un silencio que viene a nuestro encuentro para ayudarnos a pensar y reflexionar sobre el significado de lo humano, de la vida en su máxima expresión y es allí donde la nostalgia del silencio es nuestro aliado para encontrarnos, reencontrarnos, pensarnos diversos y dispuestos a darle un sentido a las palabras, a los sentires, a las sensaciones que hay detrás de nuestras acciones y es en esas alamedas del silencio donde nos encontramos con el otro, aquel ser que camina a nuestro lado y que hoy sentimos dispuesto a solidarizar con nuestro mundo interior, allí donde las subjetividades se expresan corpóreamente y hablan a través de nuestros cuerpos con un lenguaje nuevo, nuevos campos semánticos que nos ayuden a reencontrar al ser que se oculta detrás de un mundo que dejó de sentir como propio, un mundo que lo interpela a detenerse y encontrar aquello que hemos extraviado. La fuerza de sentirnos humanos y defender la vida mediante lenguajes que estén en sintonía con nuestro mundo interior.
Escuchar esos mundos donde habita la poesía, la música, las caricias, la belleza, la solidaridad, el amor, la naturaleza que nos invita a respirar, el arte, que desde siempre se ha encumbrado en nuestras emociones luchando por enseñarnos a vivir distinto; y es allí donde resurge Itaca de kavafis, la Gioconda de Da Vinci, Versos libres de José Martí, Don Quijote de Cervantes, Lagar de Gabriela Mistral, Cien años de soledad de García Márquez, Canto General de Neruda, Mujeres en el jardín de Monet, Sonetos del amor oscuro de Federico García Lorca, la quinta sinfonía de Beethoven, Los Autorretratos de Frida Khalo, Los nocturnos de Chopin, La edad madura de Camille Claudel y tantas y tantos que nos enseñaron el humanismo a través de una pieza musical, un poema, una narración, una escultura, un paisaje, un canto donde esperar el resurgir de los pueblos.
No evolucionamos cuando dejamos de pensar en la humanidad, en los sueños colectivos, en los pueblos hermanos, en los paisajes sin fronteras, en la energía intrínseca de los lenguajes, en la cultura que nos enseña a tejer redes sociales insoslayables, en la inmensidad de un mundo que aún no conocemos y que debemos descubrir día a día.
Hoy la realidad, nos busca, nos interroga, cuestiona nuestras formas de vida, sin siquiera darnos cuenta. Entonces surgen las preguntas: ¿Cuál es el lado de la realidad que aún no observamos? ¿Dónde acaba la realidad y comienza la ficción, dónde comienza la realidad y acaba la ficción? ¿Dónde empieza la soledad del ser? Todas las preguntas nos llevan a una sola respuesta. El sistema neoliberal es ese monstruo que devora a la humanidad.
Alejémonos de este sistema depredador y siniestro, defendamos la vida con la fuerza de todos y todas quienes soñamos un mejor destino para la humanidad, para las hijas y los hijos del planeta, que ahora es uno en el dolor y la ignominia, porque los seres humanos no somos una mercancía que se tranza en el mercado, ni un número más en la mal entendida economía. Entonces la invitación es a construir entre todos y todas un nuevo orden mundial, una reconstrucción de la sociedad que nos permita abolir la pobreza y levantar un gobierno de nuevo tipo.
Volvamos a dibujar la huella del planeta en nuestros corazones, construyamos jardines que se conecten entre sí, volvamos a descubrir aquellos hombres y mujeres que trazaron una ruta distinta para el mundo, una ruta donde la paz es el ave que se eleva en su vuelo migratorio atravesando la infinitud del amor.
Hoy el llamado es a construir entre todos y todas las nuevas obras del planeta. Busquemos la verdad como un río que emerge de nuestra subjetividad en busca de nuevos y mejores horizontes.