EL PRIMERO DE LA FAMILIA (2016)
Esta cinta es la prueba de que con escasos recursos y unos minutos menos de metraje se pueden hacer maravillas. La historia transcurre en un barrio periférico y sus personajes resultan arquetípicos. Podríamos encontrar cientos de casos similares en nuestras poblaciones, no obstante, la película insiste en el naturalismo descarnado para mostrarnos realidades incómodas. Mientras «Aquí no ha pasado nada» mostraba el mundo ABC1 y «Rara» la clase media, la película de Leiva Barahona se ocupa de las barriadas. Las tres muestran a la sociedad chilena desde distintas aristas, pero «El primero de la familia» incorpora a un personaje omnipresente: la miseria. Cada toma del fotógrafo Felipe Bello está cargada de fealdad, de claustrofobia, pero aquí no hay un estereotipo de la pobreza, es la miseria calando hondo en cada uno de los personajes, mutando su ADN, para convertirlos en otros seres engendrados por la falta de oportunidades. La familia tiene buenas intenciones, quiere que su primogénito salga de ese entorno y saque la cara por todos los que quedarán atrás. Pareciera que la familia quisiera ocultarle la miseria, como si fuera retardado y no se diera cuenta que la atención que le han brindado significa que a su hermana la dejaron de lado, la sacrificaron para que él surgiera de entre las aguas servidas que se cuelan desde el alcantarillado. Más que una metáfora de la descomposición que infunde el entorno sobre la familia, cada una de las historias particulares está contaminada: la madre fue mal operada y no puede acceder a otro tratamiento más que unas muletas; el padre recibe un salario insuficiente para llevar la casa, su mujer no lo respeta, pero en la despedida, cuando el esposo balbucea un discurso penoso por el hijo, la esposa lo mira con emoción, como a otro hombre, nuestro hijo salió «habiloso», vocablo tan chileno dentro de diálogos soberbios. Tienen el agua hasta el cuello, pero a Tomás le dan unos pocos pesos para que se dé sus gustos en el extranjero. Es el hijo mimado, todo se le permite, pero la miseria, el hacinamiento, quizás fue el alumno más pobre de Medicina. Introvertido, observa a su hermana con ojos libidinosos, en la oscuridad que lo atrapa y su hermana lo entiende, supuestamente será el primero que salga de esa pocilga, pero Tomás lleva impreso en sus genes algo de lo que no podrá escapar.