AUSENCIA DE MARIO FERRERO
Se cumplieron diez años del fallecimiento de Mario Ferrero (1920-1994) y sólo sus más cercanos le rindieron un homenaje en la Sociedad de Escritores de Chile. El autor de «Capitanía de la Sangre» (1948); «Jesucristo en el Closet» (1972) fue un prolífico autor que publicó más de 25 libros, entre ellos, su famoso ensayo sobre los premios nacionales de literatura en la década del 60. Su última publicación, meses antes de su partida fue un análisis sobre la obra del poeta peruano César Vallejo. Ferrero hizo una memorable antología sobre los poetas y el mar que tituló «De ola en ola» y fue publicada por Pineda libros a mediados de los años 70. Aún circula ese trabajo en las librerías de viejo en Santiago de Chile y se transformó con los años en un libro de colección. Para bibliófilos y lectores avezados. Amigo de Pablo de Rocka, lo acompañó en giras por todo el país vendiendo sus propios textos en una destartalada camioneta que los llevó desde Iquique hasta Punta Arenas, visitando notarios, alcaldes, diputados, empresarios, periodistas. Tomó partido por el «macho anciano» (como le gustaba a don Pablo que lo nombren en privado), en una época en que oponerse a Neruda era un sacrilegio y todo el aparato de propaganda que apoyaba al Premio Nóbel se le fue encima. Lo tildaron de traidor a causas de la época, lo ignoraron las editoriales, lo marginaron de viajes al extranjero; sin embargo, Mario Ferrero siguió organizando foros y debates con el apoyo del escritor y Presidente de los autores chilenos de aquellos años, Luis Sánchez Latorre, protagonizando guerrillas literarias que hoy varios investigadores han dado a conocer para delicia de quienes sueñan con mantener vivas las luces de la inteligencia, el conocimiento y la creación artística. Tuvimos el privilegio de conocerlo a fines de los años 70. Compartimos eventos en el área de los Derechos Humanos, para indagar por el destino de los detenidos desaparecidos, de los ejecutados políticos; visitamos centros universitarios, sindicales, en compañía de Matilde Urrutia, Francisco Coloane, Juvencio Valle, Luis Merino Reyes, junto a poetas jóvenes de la época como Esteban Navarro, Luis Aravena, José María Memet, Jorge Montealegre, Ramón Díaz Eterovic, Diego Muñoz Valenzuela. Poseía una enorme capacidad de diálogo y su poesía es también eso: una conversación con los seres humanos, en un plano intimista, coloquial. Releerlo es un ejercicio de confianza en la voluntad de soñar que poseen los grandes creadores como sin duda fue Mario Ferrero, siempre atento a descubrir nuevos talentos, fundar talleres, revistas, coloquios sobre antiguos poetas, participar en las actividades de sus colegas, presentar libros, escribir prólogos, dar clases magistrales en las universidades chilenas de sur a norte, donde dictaba conferencias sobre los temas más disímiles. Amigo de Nicomedes Guzmán, Manuel Rojas, Gonzalo Drago, Ernesto Slava, siempre apostó por los sueños de futuro y por la libertad del hombre. Entregó su vida a estos idearios, y murió abandonado el mismo día que recibió el Premio de Literatura de la Municipalidad de San Bernardo, el 31 de agosto de 1994. Luis Merino Reyes dijo: «Mario sabía que la pasión literaria es un destino y que es posible permanecer aislado, sin levantar la vista, absorto en el trabajo creador, hasta que surjan o queden para siempre sepultadas, las huellas de ese trabajo convertidas en libro». Ferrero se desempeñó durante el gobierno de Salvador Allende como Jefe de la División de Cultura del Ministerio de Educación. Por Aristóteles España Febrero 2005 |