CONTRAPUNTO EN EL CLUB DE LA UNIÓN DE VALDIVIA
Eduardo Robledo P.
A escasos diez días de la primera vuelta electoral (2013), por el sillón presidencial de nuestro país, surgió un controvertido episodio ocurrido en el Club de la Unión de Valdivia, es decir; en el desencuentro de dos protagonistas enteramente antagónicos, representantes de los flancos extremos de la política chilena, de los que se odiaron en la dictadura y de los que se odiaran por los siglos de los siglos. En el mismo Club se dieron una extraña cita, a la misma hora, el mismo día, pero por separado. En un ala, los comensales vitoreaban el cumpleaños de la recientemente elegida senadora Ena Von Baer; en la otra ala, Patricio Manns celebraba la última noche del “1er Encuentro de Escritores e Ilustradores de la Región de los Ríos”. Ambos flancos al unísono, cenaban quietamente sin estar al tanto de sus respectivas contigüidades. Este contraste ideológico que ha hecho de Chile dos visiones irreconciliables, como los de aquella noche en que el pasillo de entrada del club friccionaba el tránsito de camisas rosadas, con las desprogramadas vestimentas de los escritores y los artistas plásticos del encuentro. En el salón de los soñadores, un piano interpretaba delicadas piezas del acervo musical latinoamericano, con otros clásicos de la música popular europea. Que, involuntariamente, bloqueaban desintegrando entrecortadamente los ditirámbicos discursos del cumpleaños. De alguna manera, se tenía que alzar el tono para tratar de suprimir el persistente murmullo de los que tenían el piano; cuyas melodías desconcentraban totalmente a los comensales de la senadora. Claro, preferían escuchar “Arriba en la Cordillera”, pero nunca imaginarían, que creada y cantada por el mismísimo Patricio Manns y otros desbandados de media noche.
Finalmente, la dama, coronaba con el último discurso de un total tono patronal de comienzos del siglo pasado. Mientras los del otro salón, rodeaban el piano procurando ponerse de acuerdo con el joven pianista Julio Lira que de inmediato interpretaba: “Contigo en la Distancia”, seguido de “Yesterday”, “La Dona e Movile” y como remache, “Hasta Siempre Comandante”, canción dedicada a Ernesto Che Guevara. Coreado a todo pulmón por los representantes de ocho países de la región. Tal es así, que desde el distante bar del club, se escuchaba intensamente la nostálgica comparsa, sumando al decibel, el obseso de la ya declarada arenga política de la senadora. Al respecto es difícil sustraerse de la gran película “Casablanca” donde una escena similar ocurre en el café Ricks, cuando un grupo de animados oficiales alemanes cantaban “Die Wacht am Rehein”, produciendo el bochorno inmediato del resto de los contertulios, en especial el de los franceses que departían en ese instante. En el café, también se encontraba el caudillo de la resistencia contra los nazis, Víctor Laszlo, que no se contuvo, bajando muy irritado del despacho de Ricks, para conminar a la orquesta a que interpretasen la “Marseillaise”, acompañada de pie, con el brío patriótico y superlativo de la mayoría de los presentes, doblando de esta manera a los coléricos alemanes. Después por orden del oficial Mayor alemán, el café sería clausurado… En fin, es probable que, Ena Von Baer haya pensado en su fuero interior, que era una celada de Renovación Nacional, un sabotaje de la Nueva Pillería o el Partido Comunista concertado para una vendetta más… Simultáneamente, la notoria febrilidad facial de la senadora, hacia ingentes esfuerzos por despertar a sus invitados que estaban profundamente imbuidos en el agradable repertorio. Olvidando rápidamente el impase alegórico al Che Guevara.